Francis y Francisco

Dicen los entendidos cofrades, yo no lo soy, que el pregón de la Semana Santa de Sevilla pronunciado por el jovencísimo Francisco Javier Segura fue magistral, espléndido, fresco como su lozanía, sacudió las telarañas del teatro de la Maestranza, quitó su rancio olor a naftalina. Felicidades. Una vez pasada la euforia, a ver cuánto dura este efecto ambientador. Dicen los entendidos vaticanos, yo tampoco lo soy, que el nuevo Papa, el argentino Jorge Mario Bergoglio, bautizado a su vejez como Francisco, imprimirá un nuevo rumbo a la Iglesia, a cuya curia limpiará el boato y la acercará a los pobres, adaptándola, además, a los que llaman nuevos tiempos. Grandes esperanzas, sí. Tantas o más las hubo, recuerden, al acceder al poder norteamericano Barack Obama, ese hombre que cambiaría el mundo –y por eso le dieron el Nobel de la Paz, pues lo cambió, ¿verdad?– y, en fechas más recientes, al asumir la Presidencia de Francia el socialista François Hollande, el mandatario que iba a propiciar una Europa muy distinta a la de Angela Merkel, más social –y ya vemos, lo ha hecho, ¿verdad?–. En fin, cuán ilusos somos, cómo nos dejamos arrastrar por la algarabía cuando tenemos la imperiosa necesidad de agarrarnos a algo, de tener fe.

Me gusta este Papa, sí. Al menos en el arranque de su Pontificado. Pero ya se sabe, ley de vida profesional es que quien llega a un nuevo puesto lo hace con ganas, con fuerzas, aquí estoy yo, hasta que a uno le cortan las alas por arriba, para el caso presuponemos que Dios, y por abajo, otros que replican, pues aquí estábamos nosotros, así que quietecito o te mandamos a hacerle compañía a Joseph Ratzinger, reclusión en un monasterio de monjas de clausura, y punto y final a la renovación de la Iglesia.

Sus gestos iniciales, sin embargo, llenan el alma de ilusión. Por lo pronto, la cara, porque tiene cara de bueno, de abuelo cuentacuentos, sin los papales zapatitos rojos, negros son y mírenlos, ahí asoman por su sotana blanca, nada fashion, y acercándose a la gente, te doy la bendición y también mi mano, véase el estupor en los rostros de la guardia suiza. ¡Cómo me gustaría tener una Iglesia pobre y para los pobres!, ha comentado el pontífice. No sé cómo habrán retumbado estas palabras en la cúpula del Vaticano, pero suenan a gloria bendita y acercan, no distancian, crean entusiasmo, no frialdad ni antipatía.

Porque hay muchos, muchísimos, que, teniendo fe y, sobre todo, tradición familiar católica –y la tradición y la familia pesan tela, qué quieren que les diga, a uno, siendo como es, que ni le toquen ese Cristo de la Reja–, se alejaron de la Iglesia porque la Iglesia, tras no asumir que la vida cambia, se alejó de ellos. No estoy hablando de una Iglesia a la carta, pero sí de un zarandeo para quitarle el letargo y la caspa, y que el adoptado nombre de Francisco sea realmente el de San Francisco de Asís, no el de Barak ni el de François, que defraudaron a las primeras de cambio. Sea un Papa de los católicos y un papá para los católicos.

Sobre el otro Francisco de este artículo, Francisco Javier Segura, Francis para los amigos y los periodistas de la cosa cofrade, cuentan que ha dejado honda huella en el Maestranza y que se aplaudieron mucho sus verdades endulzadas con gran sentimiento, y ya sabemos que esta ciudad es muy pero que muy sentida, especialmente cuando se trata de su Semana Santa, sus equipos de fútbol y sus saraos variopintos, y en menor medida en sus reivindicaciones sociales, 90.000 parados y como si hubiera 90.

Pero el pregón, señores, es lo que es, un espectáculo, y no lo digo yo, es palabra del mismísimo pregonero. Una función, una diversión pública, algo, pues, que infunde deleite o asombro. Y como espectáculo se valora, miren qué ha dicho el joven, qué bien dicho y qué bonito dicho, y punto.

Lástima. El objetivo sería que el contenido del discurso, ricamente encuadernado, no quedara en mera flor de un día ni relegado ni recluido, como me temo, en la clausura del baúl de los recuerdos, sino que sea asumido por un Consejo de Cofradías y un Palacio Arzobispal que pecan de excesivo boato y, perdónenme, de viejos. Pero esto, mi querido Francis, aquí, en Sevilla, sí es un acto de fe, al igual que allí, en Roma, mi querido Francisco, lo suyo también lo es.

P. D.

La parva. Pues sí, el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, y su delegado de Empleo, Economía y Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, tienen la agenda repleta de actos sociales, tal y como asegura el portavoz socialista en el Ayuntamiento, Juan Espadas. “Zoido, en estado de coma, sólo vive para actos sociales”, ha comentado. Convocatorias sociales y carteles, carteles y convocatorias sociales, alguna que otra inauguración, visitas a obras variopintas, muy excepcionalmente presentación de algún proyecto y más los actos de partido. ¿Será que esta ciudad actualmente no da para más?

La simiente. Miguel Rus Palacios se enfrenta mañana a su primera asamblea anual de la Confederación de Empresarios de Sevilla (CES) tras asumir su Presidencia en el mes de mayo pasado, después de la inesperada dimisión de Antonio Galadí, quien renunció por motivos de edad –y de cansancio–. Como siempre, el guión marca que el directivo lance dardos por doquier, a derechas y a izquierdas, contra las administraciones públicas, y Rus ha demostrado que no tiene pelos en la lengua. De hecho, Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla y presidente de los populares andaluces, ha sido objetivo de sus críticas, y no precisamente benignas. Se trata de un resquemor empresarial que crece frente al equipo del Ayuntamiento. Eso sí, el presidente de la patronal deberá dar también cuenta del duro ajuste interno que ha emprendido dentro de la CES…

La paja. Mi querida Soledad Becerril: Es usted una gran señora y una gran política de los pies a la cabeza. Pero el cargo que actualmente ejerce, el de Defensora del Pueblo, debe rezumar independencia, y usted, perdone que le diga, está confundiendo en exceso el cargo con el partido. Eso de andar sin contundencia, con medias tintas, en la legislación sobre los desahucios hasta que ha dicho la Justicia Europea lo malísima que es –es decir, usted se ha pronunciado a remolque, y no será porque no hay dramas familiares en este país– y eso de reclamar a la Junta de Andalucía que siga financiando a los colegios de educación diferenciada –los que segregan por sexos– cuando existe de por medio jurisprudencia del Tribunal Supremo me están indicando que usted, mi gran señora, tira más para los suyos que para el conjunto de los ciudadanos.

Standard

One thought on “Francis y Francisco

  1. RUTH says:

    Y yo me pregunto Sr. Rubio; ¿Qué interés tiene el Papa en una página de economía? ¿Acaso va este a papa a desmembrar la riqueza baticana y repartirla entre SU hambriento, desahuciado y maltratado populacho?. Eso me parecería bien, que se apañen entre ellos, pero me surge otra preguntita -algo maliciosa, reconozco-. ¿Hasta cuando tendremos que soportar los ateos la intromisión de la fe ajena en nuestras vidas? Porque lo que soy yo me estoy cansando de tanta intromisión católica-vaticana en mis asuntos, a mí no me interesan, como si quieren nombrar un papa gay o una papa, todo me parece bien, ellos se lo guisen, ellos se lo coman y SOBRE TODO ellos se lo sufraguen. Con Dios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *